Cuando recién estrenaba mi adhesión al rojo, hacia fines de
los años ochenta, tenía una amiga cuya
familia era toda de Racing, su papá, su mamá, y sus cuatro hermanos. Muchos
fines de semana me quedaba a dormir en su casa, y compartía los asados del
domingo, donde hablaban de Racing, de Ortega Sánchez, de Rubén Paz, del Toti
Iglesias... Nunca supieron que yo era del rojo. Supongo que hoy habrán mirado
el partido…
Empezaba a las 17:00 hs y se jugaba en la cancha del rojo.
Como era de esperarse, en las tribunas no entraba ni un alfiler, las hinchadas en
los clásicos juegan a ver "quién la tiene más grande"… y no es porque yo sea de Independiente, pero
está a la vista quién sale ganando… En su momento cuando mi hermano me
explicó esto del “clásico”, me dijo algo así como que si Independiente era el
“fútbol champagne”, Racing era el “fútbol tetra”… El "jogo bonito" y el "pegarle
de puntín"… me quedó claro.
Desde el arranque, el rojo estableció cómo iba a ser el
trámite del partido, los locales súper concentrados y los visitantes viendo qué
onda… la onda fue que a los dos minutos, Fredes robó una pelota cerca del área
rival y Miranda la clavó abajo contra el palo derecho de Saja, con un remate de
media distancia (me encanta escribir “remate de media distancia”), tal como lo
había soñado en la semana, según contó después (los arqueros deben soñar con
atajadas espectaculares). Empezábamos ganando desde el vestuario (con la camiseta, como quien dice).
Los jugadores del rojo peleaban cada pelota como si les
fuera la vida, corrían, tocaban y tiraban al arco, mientras los de Racing se
recriminaban entre ellos, se miraban desconcertados, y no sabían qué hacer. Así
se fue el primer tiempo. El rojo los pasó por arriba.
Un sábado, como tantos en aquélla época, voy a la casa de mi amiga, y mi mamá
me da una carta para que le dé a su mamá. Era imposible que esa
carta llegara a destino sin que mi amiga y yo pusiéramos a calentar agua en la
pava, esperásemos que saliera humito por el pico, abriésemos el sobre con el vapor y
leyéramos la carta…
Cuando empieza el segundo tiempo, ellos parecen un poco más
metidos en el partido, pero no alcanza para poner en aprietos al "rusito" Rodríguez (así escuché que le dicen los que hablan en la tele). Sale Miranda,
que me hace acordar un poco a Di María, sale el Tecla (por fin) y sale Fredes. Entran Godoy, Santana y el
colombiano Caicedo, mi nuevo ídolo. Aunque su compatriota del mediocampo,
Vargas, fue uno de los pilares de la victoria. Mancuello me encanta, Tula, Morel y Ojeda, muy bien, Ferreyra no sé, a veces juega muy bien y a veces juega como Anamá…
A ellos le expulsan a Villar, el del look setentoso que tendría
que jugar con los shorts más cortitos y la camiseta ajustada, y ya no hacen pie nunca más. En
uno de los tantos ataques del rojo, Caicedo remata al arco y ataja Saja, y en
la siguiente la aguanta y se la da servida a Santana para que meta el segundo
cuando ya terminaba el partido. Final. Dos a cero, fiesta en las tribunas y alegría
entre los jugadores y el cuerpo técnico. Por el momento salimos de la zona de descenso directo...
Otro día les cuento qué decía la carta...