Después de rapiñar un poco de pileta prestada, volví a mi
casa para ver el partido. Empezaba a las 20:15 hs. y se jugaba en Liniers. Como
era de esperarse, los hinchas del rojo agotaron las entradas visitantes. En el
fútbol parece haber un código implícito que reza que en las malas, es cuando
más hay que demostrar que uno es hincha de su equipo.
Algunos enfundados en las míticas camisetas de Mita, otras
con las de Taranto, algunos con las de Termidor y varios con las de Motomel… Hinchas de todas las épocas.
Empieza el partido, los de Velez dirigidos como siempre por
el tigre Gareca, (que comparte nombre y peinado con Richard Clayderman), y los
del rojo por el Tolo y su imperiosa necesidad de ganar. El partido era de ida y
vuelta hasta que en el minuto 21, la “inoportuna vehemencia” de Julián
Velázquez, deja al rojo con diez. A partir de entonces, el partido fue de ida
solamente, para ellos...
Pareciera que el rojo está maldito, que arranca bien pero
siempre pasa algo que lo desestabiliza, un penal errado, una expulsión
temprana, un diluvio… Algo que cambia el trámite normal del partido y nos deja
en desventaja.
El tolo reacomodó el esquema, la prioridad es no perder.
Salió el lolo Miranda y entró Mancuello (que podría ser el frontman de
una banda de brit rock, o el doble de riesgo de Matthew Macfadyen, el
protagonista de “Orgullo y Prejuicio”).
Pero Mancuello no entró solo… detrás de él, se podía ver una fila de espíritus conjurados por el Tolo con cada beso que le daba a esa cruz apretada en su puño. Los invocó y se hicieron presentes. Allí estaban,
defendiendo la valla roja, Villaverde, Trossero, el negro Clausen, Monzón, el luli Ríos, Arzeno, Rotchen, y
hasta el paraguayo Delgado. Sumándose a cada cruce y a cada despeje de Morel,
de Galeano, de Tula y del mismo Mancuello…
Lográbamos mantener el cero en nuestro arco, y eso parecía
suficiente, pero en el minuto 45 apareció Tula, (Frances) y de media vuelta,
cayéndose, y desde una posición imposible mandó la pelota adentro del arco de
Velez. El goleador menos pensado hacía delirar a los hinchas que nunca dejaron de alentar. Fin del primer tiempo. Créase o no, y con un jugador menos, el rojo se iba
en ventaja al vestuario.
El segundo tiempo fue defender ese triunfo con alma y vida,
los de Velez iban una y otra vez, con Gago, con Pratto, con Cubero y también con
el turu Flores… pero esta vez, los malditos fueron ellos. No
embocaron ni las que era imposible fallar. Un cruce providencial de Mancuello
cuando Rescaldani solamente tenía que enderezar el pie para que entre, fue la
evidencia de esa presencia invocada por el Tolo, la pauta de que los espíritus
de todas las defensas rojas del pasado estaban dando una mano para evitar que
el equipo se siga hundiendo entre los tres de abajo. Fue una victoria sufrida
hasta el último minuto, fue el primer triunfo del rojo en nueve partidos, y fue
la antesala del clásico contra Racing de la próxima fecha...
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